Ruta senderista por Łomnica Zdrój By Teresa Terrero

O al menos así creo que se llamaban las espléndidas montañas por donde hemos caminado, sufrido, reído y cantado (estos los menos y más preparados, pues si he de ser sincera, la subida quitaba el aliento). Han sido en total 21km y 845 m de desnivel.


El día se planteaba bueno, buenísimo. Una ruta montañesa con dos de nuestras anfitrionas polacas que harían a su vez de guías. Seria un paseo agradable y ligero. Todo de ensueño entre paisajes medio tiroleses, casas de cuento de Heidi y praderas verdes esmeralda.

Hasta que comenzamos el paseo. Lo que era una ruta relajada se convirtió en una escarpada subida que puso a prueba nuestros gemelos.



Cualquiera se hubiera dado media vuelta al comprender que no habíamos comprendido bien el concepto de "ligero" en polaco, pero qué le vamos a hacer, somos de una tierra brava y cuando se nos presenta un reto, no es que no lo hagamos, sino que te subo la montaña tocando la guitarra y cantando, sí señor.

En cierta forma, me pareció una metafora, pues ante las dificultades, no solo hay que hacerlo bien, sino dar el ciento por uno por y para el Señor.



La recompensa nos aguardaba arriba tras dos horas de caminata, unas vistas alucinantes, impresionantes, indescriptibles. Un regalo para el esfuerzo, recordándonos que tras cada montaña de nuestra vida, cada dificultad, Dios nos acompaña y espera.

La bajada fue sin duda, más emocionante, pues realizamos el camino de Emaús, en el que tuvimos oportunidad de conocernos mas en parejas de dos en dos, y rezamos el rosario, aun con riesgo de resbalones, torceduras y esguinces.

Terminamos el día con la velada, un fuego de campamento autentico preparado también por nuestras anfitrionas, donde hubo lugar para el teatro y el humor.





Pero si hay algo que me quedaría con el dia de hoy es con el silencio. El silencio se la cima de la montaña. Ese silencio desde el que, muy calladamente, nos habla Dios.